Elia es una niña encerrada en el cuerpo de una anciana, ni ella misma sabe cuántos años tiene. Pasa los días de su cuarto a la cocina y de la cocina al porche arrastrando los pies, uno de ellos vendado todavía por esa úlcera que duró tantos años. A ratos, a lo mejor más de los que se pueden contar, espía a los vecinos desde la ventana de la cocina e inventa historias que luego intenta contar con su torpe manera de expresarse.
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